Vorágine Digital
- Idalia López Carrillo
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

Soy una mujer del siglo pasado, viví la transición de las computadoras de escritorio a las laptops, a las tablets y junto a ello la evolución de los teléfonos a minicomputadoras portátiles. Recuerdo la fascinación que me produjo la primera computadora con internet que vi en una oficina de gobierno donde hice el servicio social. Imponente desde su pedestal, un monitor de carcasa blanca mostraba su pantalla de fondo azul con pequeños iconos, uno tenía un planeta tierra y debajo la leyenda internet. Nadie la usaba, la gente de esa oficina, burócratas entre papeles infinitos, se aferraba a sus máquinas de escribir, a sus plumas bic y sus libretas, al teléfono fijo.
La vorágine en que se convirtió la vida con la incursión de las computadoras, primero en los trabajos y después en todo, cambió la vida para siempre. No sé si es mejor, en varios aspectos lo es. Ahora sabes si tienes una pizzería cerca, encuentras conceptos y recetas sin necesidad de buscar en libros, sin salir de casa. Llevas megabytes y megabytes de información en el bolsillo, tanto, que resulta infructuoso guardarla en la memoria. Ya no necesitas aprenderte el chiste para contarlo a tus amistades, solamente compartes la liga para que lo disfruten.
La inmediatez de las pantallas aceleró todo. Los deseos explotan en videos con colores brillantes y sonidos de un minuto. Se fragmentan las canciones, se resumen las películas, se permutan las relaciones. No es que esté mal, es que es distinto. A mí me educó una generación que vivió la masificación de los televisores y ahora es amiga de Alexa y se envuelve en las fakenews que se amasan con inteligencia artificial.
Yo me cuestiono mientras caigo en un trending que es un bucle donde personas distintas replican gestos a tono de burla sobre una situación particular, el punto es que la repetición destiñe, purga, extrae la sustancia. Está bien la diversión, disfruto el ocio, pero es que hemos pasado de consumidores a productores, directores y protagonistas en un pestañeo. A saturarlo todo y a saturarnos.
No tengo una conclusión porque estoy en la vorágine, tal vez la Idalia del futuro pueda explicarse mejor, entender con la sabiduría que da la distancia. Tal vez llegue otra revolución tecnológica y yo diga; “antes todo esto era monte” mientras scrolleo buscando una receta.
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