Ser una niña gorda: el peso de la norma en la infancia
- Saralicia Mumulmea

- 20 abr 2022
- 3 Min. de lectura

¿Dónde guardo las prostitutas de la Zona,
mamá, dónde pongo las angustias?
¿Dónde el miedo de no ser lo suficiente y
la sarta de palabras agregables a "suficiente"?
Suficientemente linda, suficientemente buena,
suficientemente seria, alta, bella, fuerte,
brava o experimentada.
Regina Swain
Hace años conocí el texto "La señorita Superman y la generación de sopas instantáneas" de Regina Swain. Me sorprendió y entristeció la vigencia de sus palabras, pero más me impactó el flujo de recuerdos que acompañó a mi lectura. Las imágenes-sentimientos fueron apareciendo y reviví momentos clave donde mi cuerpo comunicaba desapercibidos por mí. Recuerdo sobre todo a mujeres cercanas aconsejándome por medio de invitaciones “amables” desde el discurso del “cuidado estético” para embellecer mi cuerpo, o sea, adelgazarlo, o sea, normarlo. Es difícil fijar una fecha exacta, pero me parece que este hilo de memorias nació cuando tenía alrededor de 10 años y fue algo así:
Cuando era niña, otra niña, a quien yo quiero mucho, me dijo que su mamá le había dicho que yo estaría muy bonita si no estuviera gorda. Traté de comprender a qué se refería porque fue la primera vez que alguien me decía que mi cuerpo estaba "mal", que debía corregirlo, y no lograba descifrar el por qué ni para qué; ni siquiera recuerdo cuál fue mi respuesta. Supongo que fue el silencio o algún cuestionamiento, siempre he sido de las que hacen preguntas; lo que sí sé es que ya no me pude deshacer de los ojos ajenos y la sensación de malestar.
Desde ahí comienzo a trazar mi mapa de incomodidades físicas y emocionales que fueron sucediendo con los cambios propios del crecimiento en mi territorio corporal. Es impactante pensar cómo desde pequeñas podemos comenzar a gestar una guerra interna sobre nuestra imagen corporal, condicionando nuestros juegos, comidas y vestimenta. Entonces, crecer conflictuada con los discursos y las prácticas que pretenden ordenar los cuerpos fue mi primer acto de resistencia y desobediencia.
Han pasado 20 años y ahora reconozco que no le tengo rencor a esa niña que ahora es una adulta, en realidad ahora pienso en cómo a esa edad ya habíamos asimilado el mandato de belleza de la feminidad. Todavía hace un par de años aquella misma niña-adulta me dijo que yo no sé del sufrimiento que conlleva cumplir todos los estándares de belleza porque yo no cumplo con ellos. Ahí me hicieron eco las palabras de Virginie Despentes cuando señala que habla desde y para “todas las excluidas de la gran feria de las que están buenas”: yo también hablo como proletaria de esa feminidad que no alcanzo y renuncié a alcanzar.
Luego recordé cómo esa misma niña alguna vez me obligó a recoger mi cabello. Terminé llorando en el suelo de un baño sintiéndome lastimada, aunque el gesto pareciera inofensivo. Ahora lo entiendo: era someterme ante la dictadura de la belleza; era la normatividad del cuerpo para la complacencia de otrxs y no precisamente de la propia.
Recuerdo estos momentos y me duele en alguna herida que me acompaña sabiendo que eso que viví y que sigo reviviendo de otras formas en realidad tiene una carga cultural diversa. Entre ellas la gordofobia interiorizada, la resistencia hacia la hegemonía de la belleza, la búsqueda alternativa de vivir mi cuerpo en un mundo en el que me sentía cada vez más fuera de lugar.
Ahora celebro todas esas resistencias, trato de sanar a mi propio ritmo con mucha autocompasión, autocuidado y paciencia. Este tema es como una carpeta comprimida, trae muchos más dentro. Ahora quise compartirlos porque comprendo que situarnos en el cuerpo nos muestra cómo estos discursos y prácticas nos atraviesan, nos lastiman, nos mueven sitios emocionales y, vaya, nos hacen vulnerables también.
Ese deseo de ser "bonitas" también nos puede llevar a ejercer violencias de las que ni siquiera nos percatamos y pueden empezar desde muy temprano. ¿Qué hay del tema del poder en la belleza? Yo nos invito animadamente a la desobediencia.

Acepto la invitación. ✨
Qué cosa tan tremenda reflexionar y tratar de desaprender algo que hemos visto desde la infancia. Me gusta la frase "territorio corporal" porque me hace pensar en que estamos recuperando nuestro cuerpo conquistado por los mandatos de belleza. Te abrazo.
Muy buen texto, ¡muy buena invitación la del final!