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Otro verano siendo humana…(¿y escatológica?)

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Ya es mi año treinta y tantos que vivo un verano, más de veinte que la paso en los veranos más veranos del mundo. Veranos en el desierto. Veranos de culo sudado y migraña y rozones de mis muslos gordos y jugosos.


A veces siento que en los muslos se me escapan todo tipo de electrolitos. A veces pienso: “ya debería estar acostumbrada a esta mierda de calor”. O quizá y lo estoy más de lo que imagino, ya ves que una siempre tiende a minimizar sus logros, y el logro de adaptarse a la vida en el infierno no es para débiles.


Lo de los muslos gordos lo digo con orgullo, pero como muchas, solía ser una de mis inseguridades más frecuentes. Sobre todo, en verano. También el sudor. Muslos sudando en verano. Nunca entendí porque me avergonzaba sudar tanto, sabiendo que es absolutamente absurdo el ocupar su ocio en aquellos pensamientos.


Ese comercial en el que condenaban a los hombres por tener axilas: “cuando ella suda, es sexy, cuando tú sudas, ¡APESTAS!” daba cringe antes y da cringe ahora. Disforia de género instantánea (no quiero ser sexy; pero tampoco apestar).


Desde pequeña vi cómo adultos me hipersexualizaban por tener el culo grande. Me generó tanta incomodidad que me hice mejor amiga de los suéteres amarrados a la cintura. Yo me creía que eso era la capa de invisibilidad. Me llegaron a decir loca mil y unas veces por llevar suéter en verano.


La cuestión es que siempre he sido muy pata de perro, caminando a todos lados con mis carnes pegadas a la ropa y mi culo sudado un verano a las 2 de la tarde en el boulevard, rebotando sin control alguno más que el de la gravedad. Ahora cargo mi suéter en la mochila, pero los veranos siguen siendo peligrosos para las mujeres, y más si caminan solas por ahí. Por ello propongo un nuevo slogan como la famosa frase “La calle también es nuestra”:


Morra, el verano es nuestro.

 

Me puedo acostumbrar al calor, sí, pero no al polizar* nuestros cuerpos y nuestras experiencias solo para la comodidad masculina. Me encanta vestirme para estar cómoda y divertirme, sin preocuparme por si me ven o no el culo. A la par, aprendiendo de autocuidado y autodefensa.


Este es una invitación para tomar mucha agua, olvidarse de ese ojo opresor y recuperar el verano para nosotras. Dejemos que los culos, que las chichis y los cuerpos suden a gusto, libres, mostremos los pelos o los no pelos y vámonos a nadar. Nuestros cuerpos se lo merecen por llevarnos a tantos lugares hermosos (incluyendo, claro que si, la comodidad de nuestros tronos).



*Espanglish del verbo policing. Puede entenderse como vigilar o controlar, aunque la connotación en inglés es importante debido a la asociación con la policía como la expresión de la autoridad por parte del Estado.

1 comentario


Qué vivan los muslos y su obscuridad ✨🤍

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