Demasiado rosa

Hace unos días fue el “Día contra el cáncer de mama”. Yo este año me hice mi primera mamografía, tengo la fortuna de contar con servicio médico. El ginecólogo me dio una orden, programé la cita y tres meses después la radióloga me hizo el estudio. Yo acudí al hospital con cierto temor porque muchas veces escuché del dolor, del aplastamiento, de la manipulación. Incluso una amiga me sugirió tomar algo para el dolor antes de mi cita, pero lo olvidé y a la mera hora no tomé nada. Me fue muy bien, la doctora fue amable, considerada y me explicó el proceso antes empezar. Al final miré la imagen de mis pechos en la pantalla y me sentí aliviada, los vi hermosos. El tejido con sus ramificaciones brillaba en contraste con el negro del monitor, nada raro. Una oleada de vanidad me recorrió el cuerpo. Igual tocó esperar alrededor de diez días para que me confirmaran la salud de mis pechos.

Buscando información sobre este estudio encontré que no se recomienda hacerlo cada año porque puede producir cáncer. Estudios recientes encontraron que no es necesario, por el contrario, es dañino tener exposición tan seguido a los estudios radiológicos.

Hoy que paseaba por las redes sociales me encontré una publicación que decía “es difícil la prevención cuando no se cuenta con recursos” y me llevó a recordar el tiempo que esperé para que me realizaran el estudio, siendo yo una mujer con acceso a un servicio médico y sin ninguna urgencia. Y recordé las campañas, la difusión, los eventos, el rosa en todas partes.

Miré una manifestación/desfile parecida a un carnaval. Personas en rosa con banderines, con pechos descomunales coronando autos, frases en coro, música y baile. Esto me llevó a preguntarme si este tipo de actividad tiene efecto; si las mujeres vamos a explorarnos por ver un desfile con demasiado rosa.