Boquita de rojo corazón
- Brenda Lucía Paz Alfaro
- 26 ago
- 2 Min. de lectura

¿Que si me gusta bailar? ¡Me siento viva al bailar!
¿La razón? Mi abuelita Santa me enseñó a descubrir los colores de la pista de baile.
Ella le hacía honor a su nombre, ayudando a conocidos y desconocidos.
—¡Ay que persignar la cacerola! Abuelit
a decía, cuando nos enseñaba a cocinar con amor.
—Que estemos bien, aunque no hagamos nada. Era su frase cuando le preguntábamos a mi Santita cómo quería celebrar su cumpleaños; Mamita y mis tías vestían la mesa con un banquete de chiles en nogada o mole poblano que hoy recordamos con alegría.
Cuando era niña y tenía pesadillas, mi abuelita levantaba la cobija de su cama y me consolaba con un dulce abrazo. Santita me enseñó a secarme las lágrimas y levantarme con su bélica frase —¡Chingue su madre, vamos para adelante!
Madre guerrera, desafió batallas por cuatro hijos y un ejército de nietos. Ella jamás se quejó de la aspereza de la vida; al contrario, me enseñó a descubrir lo bueno en cada situación, por muy difícil que fuera. Me enseñó a volar hasta aterrizar en mis sueños.
Cuenta la historia que, en un lugar de la Ciudad de México en los años 40, un fotógrafo se acercó a mi abuelita para pedirle posara para él. Santita aceptó; pero, los ojos celosos de su padre la obligaron a esconder la fotografía y Victoria, la hermana mayor, la atesoró por muchos años. Al llegar las canas, en un cumpleaños de Santa, su hermana Victoria le regaló como sorpresa la fotografía, logrando unos ojos cristalinos llenos recuerdos.
Con su peinado estilo María Félix, y su boquita pintada de rojo corazón, Santita me sonríe desde la habitación de al lado, y me susurra diciéndome —Estoy contigo…
¡Feliz cumpleaños a mi hermosa abuelita Santa!
🫀🔥😍
❤️
❤️